Shangó encontró en su camino un pueblo que le agradó y decidió pasar una temporada allí.
Pero el lugar, en apariencia apacible, resultó ser un verdadero
infierno. Una gran discordia reinaba entre todos sus moradores. Riñas
constantes, calumnias y habladurías de unos contra otros; muertes y luto
por todas partes: ese era el panorama.
Al darse cuenta, Shangó se indignó y decidió darles un gran escarmiento.
Salió a la calle con su tambor y comenzó a tocar. Todos los vecinos del
lugar fueron saliendo de sus casas y se pusieron a bailar. Entonces
comenzaron a caer rayos y muchos murieron a causa de ello. Fue tan
fuerte la tormenta eléctrica que desató, que los principales del lugar
se acercaron a él, le hicieron moforibale y le prometieron que en lo
sucesivo no habría más rencillas ni disgustos. Sólo así se aplacó la
furia del orisha.
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