Osogbo no quiso darle un abó a Shangó para que mejorara su suerte.
Shangó, cansado de la desobediencia de este, le lanzó un rayo y le quemó
la casa.
La suerte de Osogbo cada día era peor. Vivía por los parques y no tenía
qué comer. Un día se encontró con Orula que le dijo: “Ve por casa a
verme.”
Orula le hizo un registro con su tablero a Osogbo y le mandó que hiciera
rogación con un akukó para Eleguá, cuatro eyelé funfun, y lo que había
podido rescatar del incendio.
Osogbo lo hizo todo, y pudo aplacar la ira de Shangó.
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