Shangó llegó a un pueblo y después de alquilar una casa izó su bandera roja y blanca tan alta como la del rey de aquel lugar.
Al rato llegaron los soldados indagando por el dueño de la casa. Como
Shangó era el único que vivía allí y no negó que esa era su bandera, se
lo llevaron preso.
Ya en la prisión, se presentó la hija del rey, que se había enamorado de
él cuando lo vio en la calle, pues era un hombre muy apuesto.
La muchacha le propuso intercambiar sus ropas para que pudiera huir de
la cárcel. Así lo hicieron y Shangó salió primero disfrazado de mujer.
Mas cuando la hija del rey quiso abandonar la prisión, los soldados, no
repararon que se trataba de una mujer con las ropas rojas de Shangó y la
mataron.
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