Andrés Facundo Cristo de los Dolores
Petit, mulato claro, alto, delgado y de finos modales, es un símbolo de
nuestra amalgama criolla. Nació en Guanabacoa, La Habana, a principios
del siglo XIX y durante un tiempo vivió en el Convento de los
Franciscanos y muchos recuerdan que recogía limosnas para los frailes.
Sabía latín y son muchas las leyendas que rodean su vida: “Iba Andrés
una vez por una calle solitaria, a eso de las doce del día y observó a
un caballero de bomba y levita cruzada que andaba delante de él. A poco,
por la acera de enfrente aparecieron dos morenos facinerosos. Aquellos
tipos continuaron caminando y Petit cruzó la calle, los detuvo y les
dijo que ellos querían matar al hombre de la levita cruzada para robarle
la cartera y las prendas. _ No lo maten _les dijo Petit _Quítenle lo
que lleve, pero no le quiten la vida. Y tal poder tenía Petit en su
bastón que se acercó al caballero, lo tocó en el hombro y lo dejó
paralizado. Los ladrones le llevaron cómodamente la cartera, la
leontina, el reloj, el alfiler de corbata y el anillo, todo lo que tenía
encima y escaparon sin hacerle ni un rasguño. Petit volvió a tocarlo
con su bastón y el señor siguió caminando sin darse cuenta de nada. Así
Petit le salvó la vida”.
Andrés Petit fue el primero en aceptar a
hombres blancos dentro de la sociedad secreta Abakuá _en su Potencia
Bakokó Efor, en el año 1863_ y con el oro que obtuvo de esas
iniciaciones logró sacar de las cárceles españolas a muchos hermanos
ñañigos y paleros. Gracias a esa acción, al incluir a jóvenes blancos,
de buenas familias criollas, dentro de los Abakuá, consiguió mejorar
la imagen de la opinión pública sobre dicha sociedad secreta. Algunos
opinan que sin Petit, los Abakuá hubieran desaparecido. No hubieran
podido resistir la prolongada persecución de que fueron objeto por parte
de las autoridades españolas y más tarde, a comienzos del siglo XX, por
las cubanas.
Petit murió en Guanabacoa, probablemente en 1889, y el misterio rodea
el paradero de sus restos. Se dice que fueron trasladados por un adepto
ñañigo blanco del cementerio de Guanabacoa al de Espada, en La Habana,
para así impedir que fueran desenterrados por mayomberos ansiosos de
apoderarse de tan preciosa kiyumba. Lo cierto es que nadie sabe a
ciencia cierta donde se encuentra enterrado Andrés Petit, si es que
sigue enterrado. Su regla Kimbisa, también conocida como Quien Vence, es
congo, lukumí, yoruba, espiritista y católico. ¡Lo reúne todo! Petit
hizo un ajiaco, un revoltillo, cogió de todo: trabajó con palo, con
osha, con santo, metió el espiritismo, la brujería, la iglesia, cuanto
encontró, para vencer. Y he ahí el secreto de la eficacia Kimbisa, que
reúne lo más poderoso de cada creencia para, de este modo, vencer.
Muchas gracias todos los religiosos deberían conocer este poderoso mensaje
ResponderEliminar