Al momento del nacimiento, los seres humanos no llegamos solos a este mundo: venimos acompañados de un ángel de la guarda, un cordón o cuadro espiritual y en ciertos casos, guardieros o tótems animales.
Los seres de nuestro cuadro espiritual, fueron seres humanos, igual que nosotros, solamente que ellos ya abandonaron este plano para situarse en esferas superiores del universo, desde las cuales manan corrientes de fuerza e inspiración a los seres humanos, de manera constante (vierten sobre sus protegidos fluidos de fe, fuerza, valor e inspiración, sanación, etc). Estos espíritus continúan su progreso y evolución espiritual, auxiliándonos frente a las tribulaciones de la vida y son enviados en diferentes misiones espirituales.