Un hombre tenía un hijo, que era chiquito y muy bonito. El niño tenía la costumbre de
asomarse a la ventana del balcón de su casa a mirar la luna. Una noche, el padre fue
junto al hijo y le preguntó:
-¿Para qué estás mirando la Luna?
Y el niño le dijo:
-La Luna
habla conmigo y me ha dicho muchas veces que mi padre ha de querer echarme agua
en las manos y yo voy a negarme.
El padre fue donde estaba su esposa y le contó
todo, y ella le dijo:
-Eso quiere decir que nosotros vamos hacer de criados, creo que lo
mejor sería tirarlo al mar.
El padre cogió al niño y desde el balcón lo lanzó al mar.
Pero en esos momentos pasaba por allí un pájaro de mar y lo recogió. Y anduvo tres
días con él, hasta que llegó a una tierra lejana. Allí cazaron al pájaro y cuando lo
abrieron delante del Obá, vieron que tenía un niño muy lindo en la bolsa del pico. El
Obá, que era Awó, dijo:
-Yo me encargaré del niño. Y lo tomó como un hijo adoptivo.
El Obá le hizo Ifá al niño a los 7 años y sacó el Odu OJUANI OGUNDA. Cuando
aquel niño llegó a la edad de 21 años, su padre adoptivo le dio dinero y le dijo:
-Vaya a
recorrer otras tierras, para que aprenda más Ifá.
Mientras tanto, el padre y la madre
de aquel niño habían caído en la pobreza y se marcharon a otra tierra, donde abrieron
un comercio. Pero no vivían tranquilos, pues sentían siempre un gran remordimiento
por lo que le habían hecho al hijo. OJUANI OGUNDA llegó con su comitiva a aquella
tierra y fue a hospedarse a aquel establecimiento, que era de sus verdaderos padres,
los cuales no lo reconocieron. Apenas el Awó llegó allí, vino el padre para echarle
agua en las manos, para que éste se las lavara.
OJUANI OGUNDA se negó y el padre
se estremeció. Entonces OJUANI OGUNDA, al ver el efecto causado, le preguntó:
-¿Por qué te estremeciste cuando me negué a que me echaras agua en las manos?
El
padre le respondió:
-Es que ahora recuerdo que yo tuve un hijo, que si estuviera vivo
tendría tu edad, al cual arrojé al mar porque él hablaba con la Luna y un día me dijo
que yo habría de echarle agua en las manos para que él se las lavara y que él se
negaría.
-¿Pero yo que tengo que ver con eso? respondió el Awó.
-Nada, Ud. es hijo de
ORUNMILA y yo soy un pobre comerciante, replicó el padre.
OJUANI OGUNDA,
cuando regresó a su tierra, le contó lo que le había pasado al Obá y éste le recordó
cómo él había llegado a esa tierra y que se acordara que Ifá le había dicho que su
poder estaba en sus manos. Entonces él comprendió que era el hijo verdadero del
comerciante. El comerciante, al enterarse, quiso que su hijo fuera a vivir junto con él y
su madre, pero el Obá le dijo:
-Ifá ordena que ellos vengan a vivir a casa de
ORUNMILA y que ellos tengan que recibir Ifá, para que se les pueda perdonar la falta,
ya que su hijo es Babalawo.
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