sábado, 26 de marzo de 2011

¿CÓMO ES DIOS EN LA REGLA DE PALO MONTE?

El culto de Palo Monte está cimentado, primeramente, en la autoridad que adjudicaban los pueblos bantú al padre, con respecto a sus hijos (a los cuales no gobernaba, a diferencia de la madre, pero de cuyo respeto vitalicio era acreedor por el solo hecho de haber contribuido a su concepción). La autoridad paterna sobrevivía al padre fallecido, y sus hijos le rendían tributo aún después de muerto, de la misma manera que reverenciaban a los ancestros, de los cuáles el padre pasaba a formar parte al morir.
La existencia de un poder político central se reflejó más en la jerarquización de la divinidad y sus características funcionales que en el ordenamiento social dentro de sus clanes. Y aunque la descripción y análisis de esa divinidad han llegado a nosotros por medio de los misioneros que intentaran la catequización de los bakongos, con la inevitables identificación de una deidad única con el Dios de la Iglesia Católica, lo que resulta incuestionable es que los bakongos si tenían una deidad única: Nzambi, que puede, efectivamente, parangonarse con el Supremo Hacedor.
El misionero belga R.P.J. Van Wing, quien vivió algunos años entre los bakongos a principios de este siglo, describe esa entidad divina suprema de la siguiente manera:
NZAMBI creó el cielo y todos los astros, y también a la primera pareja humana, de la cual desciende la humanidad entera. NZAMBI interviene en la creación de cada individuo. Cuando un niño esta a punto de nacer, el alma material entra por una de sus orejas, indicando que ha ocurrido el nacimiento “verdadero”.
 Al morir el hombre, el alma material regresa a NZAMBI (acotamos como dato cu­rioso, que numerosos científicos sostienen que el sentido auditivo es lo último que se pierde en el momento de la muerte).
NZAMBI dispone de la vida y la muerte de todo lo existente, y castiga a los transgresores de sus leyes. Entre éstas, la principal es el respeto a los padres. NZAMBI es veraz y omnisciente, está en todas partes. Pero no se le representa en cosa material alguna, ni siquiera en imágenes.
Sin embargo, Karl Laman (quien viviera largo tiempo entre los bakongos y cuya obra es material obligado de referencia para todos cuantos se interesan por las manifestaciones religiosas en el reino del Manikongo), cuenta otra historia. Es esta:
NZAMBI es idéntico a CHAMBI, deidad cuyo culto preservaron los ancestros de los bakongos cuando abandonaron su región de origen.
El concepto de NZAMBI entre los bakongos probablemente debe mucho a la influencia de las primeras misiones católicas que abrieron sus puertas en el dominio del Manikongo. Según la concepción autóctona, NZAMBI otorgó la vida al hombre en el momento de la Creación. Es más grande (más poderoso) que todas las demás categorías de espíritus de los muertos. Esto es importante, señala Laman, porque en las tradiciones populares bakongas los NKISI (espíritus de los difuntos) tienen una relevancia particular, especialmente FUNZA, creador del feto en la matriz y BUNZI, dios tutelar del clan, de cuyo bienestar y felicidad es responsable. Los ancianos, sigue Laman, confieren a NZAMBI un poder casi universal, considerándolo el dueño de todo y de todos. NZAMBI no se muestra, sin embargo a los vivos. Habita en el cielo y no baja a la Tierra, pero lo ve todo. Las líneas de la palma de la mano y los profundos surcos de la columna vertebral se conocen como la escritura de NZAMBI y también como sus cami­nos, por los cuales penetra al cuerpo de los hombres. Pero como NZAMBI dejó que la muerte reinara sobre la humanidad, su relación con ésta no es de conf­ianza o intimidad. Por ello, NZAMBI no es objeto de culto. Puesto que no se le puede conmover con ruegos, arrepentimientos u ofrendas, ocupa un lugar secundario en la imaginación popular.
Algunos creen, continúa diciendo Laman, que el hombre y la mujer fueron creados en el cielo y bajados a la Tierra por un hilo de araña. También creen que una persona llamada TUUKA ZULU (el que vino del cielo) visitaba la Tierra cabalgando sobre un relámpago en calidad de enviado de NZAMBI, para curar a los enfermos y resucitar a los muertos. TUUKA ZULU se convirtió mas tarde en MUKULU o NKULU, el ancestro de la humanidad, que también trajo semillas de todas las plantas útiles y en quien se originaron todos los usos y costumbres, incluso la muerte.
El nombre NZAMBI tiene múltiples significados, precisa Laman. Se le pue­de atribuir a un animal de grandes proporciones, a un cadáver, porque cuando alguien muere se transforma en un ser invisible con poderes semejantes a los de NZAMBI. Como dueño del trueno y del relámpago, se le ha dado el nombre de MPUNGU BIDUMU (7 Rayos), ser celestial superior que despierta a los habitantes del cielo de su sueño, parecido a la muerte. Pero también se llama MPUNGO al Nganga que puede ver a los muertos y a los ancestros.
Los astros y los elementos y fenómenos de la naturaleza también poseen poderes y atributos propios. El remolino, por ejemplo, tiene poderes semejantes a los de los nkisi que traen la desgracia y la desolación, quienes se trasladan de un sitio a otro valiéndose de los remolinos y de las tormentas.
El cielo, y no, NZAMBI, es el dueño de la lluvia; la produce y la retiene, la lluvia gobierna a los seres humanos porque de ella depende el sustento y la buena salud de éstos. El rayo es sagrado y sirve para castigar las transgresiones humanas. La luna, y no el sol, es para los bakongos es más notable de los cuerpos celestes. Cuando hay luna nueva, la tierra tiembla porque ella se lleva las almas de las personas y los animales para ganar fuerza y “llenarse”. El sol y la luna están en constante conflicto. Si la luna prevaleciera, el mundo languidecería hasta extinguirse bajo su hechizo. El día en que choquen, la humanidad perece­rá. Cada estrella esta asociada a una actividad humana particular. Pero los co­metas sólo predicen sequías prolongadas y grandes hambrunas.
El río Congo es muy respetado por su inmenso poder sobre la vida de los hombres. Los ancianos cuentan que en los viejos tiempos, el río era un ser viviente que podía castigar crímenes y leer los secretos del corazón. Por eso, antes de cruzarlo, se le hacían oraciones y ruegos.
En conclusión, es comprensible, que la base de la reglas del Palo Monte y sus derivadas, sea el respeto  de los NKISI, las PRENDAS (también llamadas FUNDAMENTOS), ya que representan a los dos sujetos de adoración de los pueblos del reino del Manikongo: los ancestros y la naturaleza con sus espíritus.