martes, 18 de octubre de 2016

Pataki: El tigre asesino

En una aldea cercana a la costa, hubo un tiempo en que comenzó a merodearla un tigre gigante, que además de destrozar sus sembrados, atacaba a los nativos, a los que destrozaba cuando los encontraba a su paso. Por tal motivo, cundió el pánico entre los pobladores, que se dedicaban a la fabricación de manteca de corojo (EPO).
La materia prima era traída de unos islotes cercanos, que estaban cubiertos de palmeras de ikines, de cuya pulpa obtenían una grasa amarilla de muy buena calidad. Por causa del acoso de que eran víctimas por el tigre y temiendo que el mismo entrara en la aldea y matara a muchos ancianos, niños y mujeres, decidieron irse a vivir a aquellos islotes hasta que pasara el peligro.

Así las cosas, comenzaron a irse a los islotes en botes o canoas. Pero uno de aquellos pobladores tenía en su casa a una anciana enferma, que tenía el cuerpo llagado, por lo que decidieron dejarlas en la aldea por unos días, mientras construían una choza en uno de los cayos, para que pudiera guarecerse de las inclemencias del tiempo. Pero, en realidad, esa anciana no quería abandonar su choza, en la que sus familiares también fabricaban la manteca de corojo.

Esa familia, al dejar sola a la anciana con comida y agua suficiente, le reforzaron las paredes de la choza en previsión de que si el tigre llegara allí, no pudiera entrar en el interior de la misma. Cuando la anciana se quedó sola, sintió un gran temor. Entonces encendió el fogón con leña y puso a hervir un gran depósito de manteca de corojo. Sucedió que al anochecer, el tigre llegó a la aldea y, olfateando, llegó a la choza de la anciana, que al oírlo rugir, se puso en guardia al pie del fogón.

 El tigre trató de penetrar en la choza y, cuando logró entrar la cabeza por entre el guano de la pared, la anciana llenó un depósito de aquel aceite hirviendo y se lo lanzó al tigre por los ojos, cegándolo y quemándole la cabeza. La anciana entonces salió corriendo de aquella choza, mientras el tigre se retorcía de dolor y que, sin rumbo fijo, salió de la aldea y se internó en la selva. Al día siguiente, cuando regresaron algunos de los hombres, enterados de lo sucedido al tigre, se armaron de flechas y machetes y siguieron el rastro del mismo. Al encontrarlo, lo rodearon y lo mataron.

NOTA: No se crea tan fuerte y no se atenga a su fuerza física, que un infeliz le puede hacer pasar un gran susto.

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