sábado, 15 de octubre de 2016

Pataki: Se Adivino Para El Primer Olu De Iwer

Iginua era un hombre muy pobre, aunque era un príncipe del reino de los Edos. Él escapó de su casa cuando perdió el amparo de su padre, el rey Olua. Además los Edos no le habían dejado dudas al rey Olua de que no aceptarían a su hijo mayor como rey de ellos. Él quedó tan desalentado con esto que decidió ir al exilio donde languideció en una vida de abyecta penuria. Para borrar todas sus relaciones con Benin, se cambió el nombre de Iginua por Ogbomodu. Finalmente, se estableció en la tierra de Akoko, donde se encontró un sacerdote de Ifá llamado:

"Ojokpa, ekia kon
Omo aka konjo
Odafa fun Ogbomodu
Li iraran omo keya okun oreje."
 
Su apodo se convirtió luego en el del que alimenta a las aves en cautiverio. Le aconsejaron que rogara su cabeza con un guineo y que se vistiera como un cacique antes de hacer el sacrificio. Le aconsejaron que sirviera a Eshu con un chivo, él hizo los sacrificios, pero siguió siendo pobre. Mientras tanto, la guerra estallaba entre Akoko, donde él vivía y la colindante Ekiti. La gente de Akoko fue derrotada y Ogbomodu fue uno de los prisio​neros de guerra llevado por las fuerzas victoriosas a Ekiti. Luego, fue vendido como esclavo. 

Cuando el Ewi de Ado pidió que se comprara un esclavo para su festival anual de la cabeza, Ogbo​modu fue llevado a la casa real de Ado. El Obá observó que el esclavo parecía demasiado bueno para ser usado en el sacrificio. Entonces le quitaron las cadenas y lo soltaron para que sirviera como criado en la casa real. 

El Obá quedó tan satisfecho con su lealtad, inteligencia y elocuencia que fue nombrado para servir a la cabeza del rey en los festivales anuales. Cuando llegó la hora de servir a la cabeza del Obá, Ogbomodu se vistió como cacique para la ceremonia. Él hizo el trabajo muy diligentemente. Después de rogar la cabeza del Obá, le dijeron que tomara asiento y rogara su propia cabeza. En sus propias oraciones, él le imploraba a su cabeza que lo condujera a su meta en la vida. Al oír sus oraciones, el Obá lo miraba, preguntándose a qué otro lugar él quería que su cabeza lo llevara, más allá de la enaltecida posición que él ocupaba en su corte. Al día siguiente, el Obá ordenó que lo amarraran y lo re​vendieran como esclavo. 

 La tradición le imponía al Obá la no ejecución del hombre que había brindado su cabeza. Esa es la razón por la cual fue conde​nado a servir como esclavo. Fue llevado al mercado de Ekue, ahora llamado Akure, donde fue comprado como esclavo para ser utilizado para rogar la cabeza del Odezu (Deji de Ekue). Una vez más sirvió en la casa real de Deji de una manera satisfactoria y fue liberado de la esclavitud para que sirviera a la cabeza del Obá. 

Una vez más, después de servir a la cabeza del Obá, le dijeron que rogara su propia cabeza. A pesar de lo que le había sucedido anteriormente, volvió a orar a su cabeza para que lo condujera a la realización de su destino. Al instante, el Obá no pudo esconder su furor. Le preguntó a que otro destino esperaba que lo llevara su cabeza, más allá de la posición de privilegio que se le había dado en la corte. 
De nuevo fue encadenado bajo las órdenes del Obá y vuelto a vender como esclavo. Tal como el destino lo quiso, repitió la misma experiencia en la familia real de otros trece Obás, incluyendo la casa real de Ijero, Ilara, Orogun, fe, Abeokuta, Owu, Owo, Ijebu, Ijesha, Ondo, hasta que finalmente fue vendido al Palacio real de Obá Ado Ajuwaleke. Él había completado con esto el círculo completo de regresar encadenado a la tierra a la cual había jurado que nunca regresaría. 

Cuando él llegó a Benin, justamente antes del festival Igue, nadie pudo reconocerlo como el príncipe heredero que había dejado Benin con el nombre de Iginua. Fiel a los dictados de su destino, volvió a ser nombrado el hombre que servía a la cabeza del Obá. La tradición demandaba que, después de rogar la cabeza del Obá, tenía que rogar la suya también una vez más. Él le rogó a su cabeza que lo llevara a su destino final, cuya oración enojó al Obá de Benin. 

A la mañana siguiente, el Obá invitó a los herreros a que midieran la altura de Ogbomodu para que fundieran un ataúd de bronce para que lo acomodaran a su tamaño, el Obá también invitó a los ferreteros (Owina) y les ordenó que produjeran los pernos en forma de U afilados y puntiagudos indispensables para clavarlos en el ataúd. El ataúd junto con los pernos fue fabricado y decorado con ornamentos. 

El interior del ataúd fue decorado con tela blanca puestas en línea y luego le ordenaron que se acostara dentro de él.  
Lo envolvieron con otra tela y cubrieron el ataúd con su tapa. Uno de los pernos fue clavado en la posición que se encontraba la cabeza y los demás fueron colocados en las posiciones de su pecho, abdomen y pies. 

Él iba a ser ofrecido para sacrificio a la divinidad marina, que se suponía estaba muerta. Sin embargo, ya era hora de que Eshuse pusiera en función, a causa de su macho cabrío. Mientras los pernos eran clavados, Eshu insertó una membrana pedregosa entre la piel de Ogbomodu y la tela utilizada para envolverlo, que tenía el efecto de inclinar las agudas puntas de los pernos antes de que hicieran impacto en su cuerpo. 
 Por medio de la intervención de Eshu, ninguno de los pernos pudo tocar su cuerpo. Luego, el Obá ordenó que el ataúd debía ser arrojado al mar Olokun. Mientras tanto, los Iweres o Ighan (ahora Itsekiris) suplicaban con grandes ansias tener su propio rey. 
Se les había dicho en la adivinación anterior que vendría a ellos un rey a través del agua porque se les había prohibido nombrar a ningún hijo de Ighan como rey. 
Ellos habían hecho varios sacrificios a su gran río, para que la divinidad del agua pudiera enviarles un rey. Con tal propósito habían hecho sacrificio con 14 animales diferentes y 201 materiales inanimados. Cuatro días después del sacrificio, los ancianos estaban reali​zando un ritual especial a orillas del gran río, cuando vieron un enorme objeto flotando en el agua. Lo sacaron y lo abrieron con un hacha. Mientras la abrían, oyeron una voz que venía de la caja, pidiéndoles que la rompieran con cuidado. 

Cuando quitaron la tapa, vieron la cara de un hombre joven y apuesto que pesta​ñeaba. Cuando vieron que se trataba de un adulto, le agradecieron al mar por la manifestación de sus deseos y sacrificios por obte​ner un rey. Fue llevado en hombros en procesión de danza a través del pueblo anunciando que había llegado un rey acuático (Ogiamen). En la siguiente ceremonia de coronación, él escogió personalmente ser coronado con el título de rey del agua u Ogiamen. También decidió retomar el nombre original de Iginua o Iginuwa, que fue el nombre que su padre le dio cuando él nació, antes de que se fuera al exilio voluntario. 
 Tres años después de su coronación él decidió rendir homenaje a su padre, el rey Olua de Benin. Antes de eso envió, un mensaje para que le dieran como regalo dos gallos y dos gallinas y 6 bolsas de canutillos para el rey de Benin. Cuando le dieron de comer maíz a las aves, estas se negaron a tragárselo. 

Los mensa​jeros les amonestaron, revelándole que las aves se alimentaban de canutillos, por lo cual se enviaban 6 bolsas que ellos habían traído. Los mensajeros notificaron al Obá de Benin el nombramiento de un nuevo Ogiamoen de los iweros. El Obá dio su bendición pero rechazó las aves a la vez que aceptaba los canutillos. Posteriormente el rey de los iweros se vistió con un traje adornado de abalorios y con una corona adornada de la misma forma para visitar al Obá de Benin. Cuando los beníes lo vieron, se preguntaban que rey era aquel que vestía de forma tan lujosa como nunca antes habían visto. 
 Él se presentó a sí mismo como el Ogiamen de Ighan. Luego le preguntó al Obá de Benin si podía reconocerlo y le contestó que no. Se quitó su corona y se identificó a sí mismo como Ogbomodu que quiere decir "si la cabeza no llega a su destino, no se de​tiene". Consecuentemente, el Obá recordó que aquel era el hombre que fue sujetado con clavos dentro del ataúd y lanzado al gran río. Entonces el Obá tocó su cabeza con la suya y exclamó que verdaderamente "no hay coraza contra el destino y que ninguna nube puede borrar la huella del destino". 
Hubo conmoción final para el Obá cuando más tarde el Ogiamen se presentó como su hijo mayor que se había impuesto el mismo el exilio varios años antes. Entonces les contó sus hazañas, las cuales lo condujeron a los Palacios de los quince reyes del mundo conocido antes de llegar al Palacio de su padre, donde finalmente pudo realizar su destino en una nueva tierra mas allá de las aguas. Mientras él narraba su historia, el Obá lloraba a la vez que lo abrazaba, dando las gracias a Dios y a sus antepasados por estar vivo para poder ser testigo del acontecimiento ocurrido ese día. Entonces entró al Palacio y le dio la vara de autoridad real o isemwen righo la cual usan todos los reyes de Warri hasta el día de hoy. Estando todos sus jefes reunidos, su padre le dijo que se pusiera de pie. Después, él se levantó y le entregó formalmente el título de Olua Namen o Rey Olua de Agua. 
La importancia que conlleva el título era que le daba a su hijo la jurisdicción correspondiente sobre el área ribereña llamada Iwere. De este modo, Iginua quedó reconocido como el Olua de Iwere y finalmente se realizó su des​tino. Olua fue abreviado con el pasar de los años quedando el Olu o Iwere y fue cambiado por los exploradores por Warri. 

El sonido del tambor que anunciaba su entrada a Palacio era tan melodioso que, a pedido del rey Olua de Benin, ellos intercambia​ron tambores. Esos dos tambores son los que los beníes llaman emedo Emighan neguegbero, que se tocan en las ceremonias realiza​das en Benin hasta el día de hoy. Cuando este Odu se manifiesta en Ugbodu, debe decírsele a la persona que su destino se realizará después de sufrir por largo tiempo y que su prosperidad no está en su tierra natal sino muy lejos de su hogar. El debe servir a Eshu y a su cabeza para ace​lerar la realización de sus aspiraciones. 
En la adivinación, debe decírsele a la persona que ruegue su cabeza con un gallo para que pueda perseverar para recibir la suerte que debe venir. Él no debe reaccionar con violencia ante ningún revés transitorio.

0 comentarios:

Publicar un comentario