Los orishas no confiaban en Eleggua pero
Olofin les dijo que todos ellos lo habían intentado sin conseguirlo y
que Eleggua merecía también su oportunidad. El había estado mucho tiempo
vagando por los bosques y había aprendido muchas cosas.
Cuando se quedaron solos Olofin y
Eleggua, éste sacó de su mochila un manojo de hierbas frescas, las
trituró, les añadió agua y se las dio a beber a Olofin, diciéndole que
en cuanto las bebiera, estaría curado. Y así fue.
Entonces Olofin llamó a los orishas que
estaban fuera y les dijo que Eleggua había curado su enfermedad y que el
joven inexperto había adquirido una gran sabiduría y merecía el
reconocimiento de todos ellos.
Para recompensar a Eleggua, Olofin
decidió que a partir de entonces Eleggua sería el primer orisha que
debía ser honrado en cualquier tipo de ceremonia y el guardián de los
caminos y de las puertas, entregándole para ello una llave de oro.
Además, sin el permiso de Eleggua no podría realizarse ningún tipo de
trabajo, ya fuera pequeño o grande.
Eleggua no intentó en ningún momento
humillar a los otros orishas por su fracaso ante Olofin y se mostró
humilde y amigable, por lo que todos los orishas acataron la orden de
Olofin.
Es por ello, que desde entonces Eleggua tiene un puesto de privilegio entre los orishas.
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