sábado, 5 de febrero de 2011

Las Dos Caras Del Mensajero Divino: Ojo Rnejeji Èsù


Buenas noches a todos los foristas. Quiero compartirles un editorial muy bello que me enviaron de Boletines Eshumoire. Ojalá sea de su a grado.
Hace mucho tiempo había dos olóko (granjeros) que crecieron juntos en una aldea ubicada cerca de igbó (bosque). Cuando eran niños vivían en el mismo recinto compartiendo las comidas, jugando y aprendiendo la sabiduría de sus mayores. Cada uno 1lamaba al otro Arákùnrin (hermano).
Cuando los Arákùnrin alcanzaron la edad de àkòkò ti okùnrin (pubertad), fueron llevados ante Ògún (Espíritu del Hierro) para ikoláabé (circuncisión) y ante Ifá para adivinación. Ifá dijo que vivirían todas sus vidas en granjas adyacentes. Ifá dijo que debido a que eran tan unidos, su abundancia dependería de la cooperación mutua. Ifá dijo a los Arákùnrin, que sería Èsù (Mensajero Divino) quien les enseñaría Awo àjosepò (el misterio de la cooperación), Awo igbó (el misterio del bosque), Awo Oko (el misterio de la agricultura) y Awo ofò-àse (el misterio de la capacidad de comunicarse con los Orisa).
Ifá les advirtió que si no hacían regularmente ebó (ofrendas a Èsù) llegaría el día en que Èsù los separaría. Si ese día llegaba, vivirían sus vidas como enemigos y sufrirían la vejez en la pobreza.
Los dos jóvenes no podían imaginar el estar separados, no podían imaginar el ser enemigos, no podían imaginar el vivir su vejez en la pobreza. Ambos pensaron que Ifá se había equivocado acerca de su destino. No vieron ninguna razón para hacer ofrendas a Èsù. Descuidaron el altar de Èsù, el que estaba a la entrada de su aldea. Supusieron que su vida de felicidad nunca cambiaria.
Algunos años más tarde los dos jóvenes se casaron y comenzaron a criar sus familias. Juntos habían ido a igbó (bosque) y despejado un terreno para Oko (granja). Ambos Oko eran del mismo tamaño, en ambos Oko crecían las mismas cosechas, y los hombres continuaron su amistad mientras trabajaban juntos atendiendo la tierra. Uno de los jóvenes había aprendido de su padre las técnicas de arrancar las malezas y despejar las malas hierbas. El otro hombre había aprendido de su padre las técnicas para secar semillas y la mecánica del riego. Dependía uno del otro para asegurar que las cosechas de cada ano proveyeran suficiente alimento para mantener a sus familias y que sobrara lo suficiente para comerciar en ojà (mercado).
Ambos Oko estaban separados por un estrecho sendero que iba desde el río hasta la aldea. El sendero se usaba muy poco puesto que no había otros campos en la vecindad. A menudo los dos hombres trabajaban semanas y aun meses sin ver a nadie viajar por la carretera que dividía sus campos.
En el día en que Èsù decidió viajar por el sendero que corría en medio de los dos Oko, Èsù recordó las palabras de Ifá. Èsù reconoció a los dos olóko (granjeros) como a los hombres que siempre pasaban por su altar a la entrada de la aldea sin hacer ebó (ofrendas). Ambos jóvenes continuaban creyendo que eran hábiles en Awo Oko (el misterio de la agricultura).
Entre ambos pensaban que tenían todo el iré (buena fortuna) que necesitaban para mantener la abundancia. La vida parecía plena para ambos.
Èsù se escondió entre los árboles y miró trabajar a los dos hombres. Cuando estaban inclinados sobre la tierra, Èsù retiró de su àpò-gùn (talego o bolsa) efun (tiza blanca) e Ìrosùn (polvo de madera roja). Tomó ewe (hoja amplia) y mezclo el efun (tiza blanca) con omi-tútù (agua fresca), haciendo òdà' fun (haciendo pintura blanca). Tomó otra ewe (hoja amplia) y mezclo el Ìrosùn (polvo de madera roja) con omi-tútù (agua fresca,) haciendo òdà pupa (pintura roja). Usando sus dedos Èsù se pinto el lado derecho de su cara pupa (rojo) y el lado izquierdo de su cara fun (blanco).
Luego de colocar la òdà (pintura) que quedaba de nuevo en su àpò’gùn (talego o bolsa), Èsù camino por el sendero cantando Orò Èsù tó tó tó akoni; que significa "la palabra del mensajero divino siempre es verdadera".
AI acercarse Èsù a los dos hombres que estaban trabajando sus granjas, ambos levantaron la cabeza para ver quien estaba cantando. Èsù estaba directamente entre ellos cuando levantaron sus cabezas. Usando el mismo gesto con cada mano, Èsù les llamo de nuevo la atención a la tierra. Cada olóko (granjero) sólo lo vio por un instante.
Luego de que Èsù se perdió de vista, el arákùnrin (hermano) del lado derecho del camino dijo "¿Quién era ese hombre extraño con ojú'fun (cara blanca)?".

Arákùnrin (hermano) del lado izquierdo del camino respondió, ¿Quieres decir el hombre extraño con ojú pupa (cara roja)?".

Ambas preguntas fueron hechas inocentemente, pero la discusión pronto condujo a un desacuerdo, el desacuerdo llevo a una discusión y la discusión llevo a una pelea. Antes de que el asunto pudiera ser resuelto, los olóko (granjeros) estaban rodando por el suelo arrancando sus cosechas y destruyendo los boniatos maduros.

El daño hecho a la granja causó escasez de comida; no quedaron suficientes
boniatos para alimentar a sus familias; no había ningún sobrante para llevar a ojà
(mercado). Cada uno de los jóvenes quedo tan enojado por lo que había ocurrido que nunca más se hablaron.

Desde ese día, quienes alaban a Èsù siempre dicen: "Èsù ma se mi o" que significa "Mensajero Divino no me confundas"