lunes, 17 de enero de 2011

ABANDONO - IRETE OGUNDA

El abandono es el mayor y más devastador miedo de los niños, principalmente por el hecho de que la seguridad es una necesidad básica para ellos.
Los niños pequeños pueden vivir como un abandono la ausencia de sus madres cuando van a trabajar y ellas se sienten culpables de dejarlos al cuidado de personas sustitutas o en guarderías, porque esos niños perciben esa emoción como señales, aunque sean pequeños, que les hacen vivir esa experiencia como un abandono.
Según Freud, las situaciones de amenaza o peligro pueden ocasionar en el niño, miedo al abandono y a la pérdida. Sin embargo, es inevitable tener experiencias displacenteras a lo largo de la vida, que en sí mismas no tienen tanta importancia como la intensidad del temor o ansiedad que susciten.

Además, el miedo a la separación es la primera defensa frente al abandono, que si no se resuelve satisfactoriamente, se puede trasladar a objetos diferentes como animales o distintas cosas. El miedo es una emoción instintiva innata que nos protege de situaciones peligrosas reales o imaginarias.
La experiencia temprana de abandono genera ansiedad por sentirse indefenso y preocupado por la amenaza de la pérdida. Este trauma lo hace sentir vulnerable psicológicamente y le provoca ansiedad por la separación. Hay niños más vulnerables que otros a los efectos del sentimiento de abandono, que llega a provocar trastornos en el aprendizaje y producir dependencia de los padres.
Acontecimientos como el divorcio u otros traumas provocados por pérdidas, enfermedades, intervenciones quirúrgicas, muerte de personas cercanas, abusos sexuales, accidentes, etc., pueden reactivar en otras etapas
críticas la ansiedad de separación.
Este tipo de ansiedad puede transformarse en sentimiento de inferioridad, hipersensibilidad, timidez, depresión, dificultades de relación, desequilibrios emocionales, etc.
Cuando se producen conflictos en la percepción del amor la sensación que acompaña a dicha carencia deja una huella de peligro grabada en nuestro sistema límbico que nos influirá toda la vida, ya hemos comentado otras veces que la emoción decide y la razón justifica, que las estructuras de sistema límbico reaccionan unos instantes antes de que la información llegue a la parte racional.
Esta situación provocará con mucha probabilidad un conflicto emocional situado en una parte de nuestro cerebro muy inconsciente y de difícil acceso racional. Y lo importante no es haber recibido amor sino haberlo sentido seguro, por mucho amor que nos hayan dado si no hemos sido conscientes, no lo hemos percibido como seguro o no se nos dio de la manera en que necesitábamos, entonces es como si no existiera.
Desde el punto de vista psicológico, el abandono provoca sentimientos de frustración y hasta puede llegar a producir una neurosis típica. Los niños, son los más sensibles a este estado. Esta carencia afectiva dificulta el desarrollo físico y psíquico, y favorece la aparición de trastornos del carácter, de neurosis y de psicosis.
Los hijos, son la suerte más grande de este mundo, según Ifá, y aquel que abandona su suerte no puede anhelar ser próspero.